lunes, 29 de febrero de 2016

Los monstruos no se disfrazan en Halloween.


 

“Las cosas pocas veces son lo que parecen, y no hay persona más adecuada para afirmar esta realidad que yo. Nunca pensé que su dulzura no era real, nunca pensé que fuera una estrategia para meterme en su jaula y lanzar la llave al mar. Las rosas, los bombones, los piropos… Todo eran mentiras disfrazadas. Era un perfecto cuento de hadas en el que yo era la protagonista, aparentemente libre.
Pasó el tiempo, yo pensaba que mi vida no podía ser mejor. Pensé que se preocupaba por mi cuando me daba la chaqueta de lana cada vez que iba a salir a la calle, o cada vez que me preguntaba dónde había estado y con quién. Al fin y al cabo, es lo que hacen las personas que te aprecian. El problema, es que después de un tiempo preguntándome, empezó a prohibirme salir con escotes, colores llamativos o pantalones cortos. Supuse que sólo quería que estuviese guapa para él, y que simplemente eran celos. Já, ilusa de mi. Una tarde decidí preguntarle porqué lo hacía, y juro por mi vida que sentí que mi mundo se desmoronaba cuando lanzó su mano contra mi mejilla. No fue tanto el dolor que sentí como el miedo



. Me asusté tanto que no pude mirarle a la cara durante una semana, y él, como siempre, lo supo. Descubrió la manera de disculparse sin que me diese cuenta de que me estaba mintiendo cuando decía que lo sentía y que estaba arrepentido, sólo quería tener a alguien en quien descargar su ira, y yo no fui capaz de verlo. Así que no le dije nada a mis padres, no la primera vez. Ni la segunda, ni la tercera, ni si quiera la cuarta. Me hacía sentir la mujer más afortunada por tenerle, así que se lo perdonaba todo.
Aún así, la historia se repetía una y otra vez, cada vez más cruel y letal. Llegó hasta el punto en el que me pasaba semanas encerrada en casa, sin salir a la calle porque me sentía avergonzada de mis moratones y mis heridas. No disfruté de mi vida, y ya no podré hacerlo nunca más. Es gracioso que mi historia haya quedado como un suicidio por depresión, o al menos así es como lo redactaron los oficiales en el informe. Lo que no saben es que yo deseaba ser libre, no saben que vivía en un palacio con un marido más sapo que príncipe.  No saben que me pasaba los días en casa, con miedo de no haber colocado bien las latas de comida, como a él le gustaba, o por no haber doblado sus camisas de la forma que él creía que era la correcta. Ya no tengo que esperar en casa muerta de miedo por haber hecho algo mal. Yo buscaba la libertad, y ahora lo soy libre. Prefiero estar muerta a vivir en ese infierno. Aunque me arrepiento de no haberle parado los pies, me arrepiento de no haber hablado, de no haber gritado sus secreto. De no haber contado mi historia.
Ahora, antes de cruzar el umbral, te voy a pedir una última cosa. Cuenta mi historia, por mi. No dejes que nadie viva como yo lo hice. Y recuerda, el único día en el que los monstruos no se disfrazan es en Halloween.”                                                                                                                                                                                            







                                                                                                                                                             Susy.



3 comentarios

  1. Una triste realidad que viven muchas mujeres y niños, en ambientes que se supone deberían ser felices y de seguridad... es cuando como dicen ustedes, están encerrados con los monstruos.

    ResponderEliminar
  2. Nunca está de más concienciar a la gente de lo que nos rodea. Debemos saber qué es lo que realmente sucede en el mundo, y apoyar a los que lo pasan mal.

    Muchas gracias por tu comentario, espero que te haya gustado.

    ResponderEliminar
  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar

© Apogeo del humanismo
Maira Gall