sábado, 27 de febrero de 2016

Profundidades


Afortunado aquel que no se cansa de esperar algo que nunca llega.
Aquel cuya ilusión no es derrumbada por la incertidumbre
que genera un "yo qué sé qué" y un "yo qué sé cuándo".
Afortunado también aquel que es capaz de encontrar
la felicidad entre las aristas de lo trivial.

Aquel que no se encuentra sumergido
en una búsqueda continua y sin objeto aparente a encontrar. 
Aquel que no odia esta existencia inerte,
o que, aunque odiándola, es capaz de permanecer paciente.

Fluyendo por las superficiales aguas de lo banal.
Mientras yo buceo por la fría y oscura profundidad.
Me deleito con la sutil melodía del silencio
y me convenzo de que aquí abajo
no hay mejor compañía que la soledad.

Aquí abajo somos pocos los que llegamos,
los que sacrificamos la comodidad de la superficie
por conocer un trocito de inmensidad,
por sentir cosas que ahí arriba ignoran.

Sin embargo, se creen superiores
cuando sólo están por encima.
Miran al cielo y ni conocen 
lo que hay debajo de donde pisan.

Se dejan llevar por el viento y las corrientes.
Y eso nunca fue conmigo.
No exagero si digo que antes de seguir su camino
me quedo aquí abajo para siempre.

Fabián Sosa.







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