jueves, 3 de marzo de 2016

Dipolo

Las lágrimas, que curiosas son. Tan amargas y a la vez tan dulces. ¿No lo crees? Pueden ser lágrimas desgarradoras, lágrimas que caen por tus mejillas buscando escapar de tu pecho, escapar del dolor. Pero también pueden ser lágrimas alegres, lágrimas que florecen del rincón más recóndito de ti. Estas lágrimas son escasas, y pocas veces somos conscientes de ellas. 


Las apartamos y las secamos, como si molestara tenerlas. ¿Qué pensarán ellas? Deben sentirse desdichadas por no ser bien recibidas. Al final te quedarás con lágrimas desordenadas y desamparadas que te oprimen el pecho hasta dejarte sin aire. Son lágrimas alegres que prefieren morir por ti, convirtiendose en lágrimas tristes para ser útiles.
Susy

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